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 » Las enseñanzas Zen del Maestro Xu Yun
 
 
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Capítulo 1 - Introducción, Página 2 de 2

 

La ilusión de la vida es la opuesta a la ilusión del cine. En el cine una serie de imágenes individuales son pasadas juntas para formar una ilusión de movimiento continuo. En la vida, cortamos un movimiento continuo, aislando y congelando una imagen, y entonces la nombramos y etiquetamos como si fuera una acción u objeto independiente. No siempre etiquetamos el momento en el acto. ¿Qué es una mujer joven? Si un hombre tiene noventa años, muchas mujeres serán mujeres jóvenes.

Bien, ahora podemos tener una idea más clara de porqué nuestro pequeño yo interpreta erróneamente la realidad, pero seguimos preguntándomos por qué tenemos dos yoes en el primer lugar.

La respuesta es simplemente porque somos seres humanos.

El pequeño yo nos hace conscientes del sentido de identidad continua que nos permite saber a cada uno de nosotros, "Soy hoy lo que fui ayer y lo que seré mañana." Sin él, no podríamos organizar los datos sensoriales que nos asaltan. Sin él, no tendríamos sentido de pertenencia o de estar conectados a otros. No tendríamos padres o familia a la que llamar nuestra, ni esposa ni hijos, ni profesores ni amigos para guiarnos y alentarnos. Nuestro pequeño yo nos da nuestra naturaleza humana.

A medida que crecemos, descubrimos que el hilo de nuestro alma no es una larga hebra ensartada de cada acción por separado como, por ejemplo, las cuentas de un rosario. No. El hilo se entreteje con sí mismo para formar una red, una matriz interdependiente de nudos. No podemos deshacer un simple nudo sin afectar a los demás. No podemos sacar una simple línea de nuestra historia sin, quizás, alterar su curso entero. Esta red de información y experiencia, de acondicionamiento y asociación, de memoria y malentendidos, se convierte pronto en un laberinto complicado y desconcertante; y nos vemos confundidos sobre el lugar que ocupamos en el esquema de las cosas. Cuando somos jóvenes, nos vemos como el centro del universo, pero cuando nos hacemos mayores, ya no tenemos certeza de nuestra posición o de nuestra identidad. Pensamos, "No soy la persona que era cuando tenía diez años, pero tampoco soy alguien diferente." Pronto nos preguntamos, "¿Quién soy?" Nuestro yo egótico nos ha conducido a esta confusión.

La confusión conduce a la calamidad, y entonces la vida, como el Buddha apuntó en su Primera Noble Verdad, se hace amarga y dolorosa.

¿Qué hacemos para disipar esta confusión? Cambiamos nuestra consciencia. Rechazamos el mundo exterior de la complejidad en favor de nuestro mundo interior de la simplicidad. En vez de intertar ganar poder y gloria para nuestro pequeño yo ego egótico, volvemos nuestra consciencia hacia el interior para descubrir la gloria de nuestro Yo Búdico. En vez de hacernos desdichados queriendo ser un maestro para los demás, encontramos alegría y contento en ser Uno con nuestro Yo Búdico y siendo útiles para los demás.

Queridos amigos, el propósito del entrenamiento Chan es aclarar nuestra visión para así poder adquirir una nueva percepción de nuestras identidades verdaderas. El Chan nos permite trascender nuestra naturaleza humana y realizar nuestra naturaleza búdica.

Hace siglos, nuestra secta de Meditación Chan fue fundada por dos grandes hombres: el Primer Patriarca, Bodhidharma, que vino a China desde el Oeste; y Hui Neng, el Sexto Patriarca que era chino de nacimiento.

Debido a estos dos hombres, el Chan floreció, expandiéndose a través de China y de muchas tierras distantes. Ahora bien, ¿cuáles fueron las enseñanzas más importantes de Bodhidharma y Hui Neng? "¡Liberen a la mente del egotismo! ¡Libérenla de pensamientos sucios!"

Si no se siguen estas directrices, no puede haber éxito en la práctica del Chan. ¡El Camino Chan está ante ustedes! ¡Síganlo! Les proporcionará paz, alegría, verdad y libertad.


Introducción, Página 2 de 2

 

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Last modified: July 11, 2004
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