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Capítulo 5 - Estados de desarrollo, Página 1 de 2¿Por qué estados debemos pasar en nuestro progreso hacia la iluminación? Primero, debido a nuestra meditación podemos experimentar un momento de completa pureza y ligereza. Podemos incluso sentir que nuestro cuerpo está empezando a levitar, o que nuestra mente se levanta de nuestro cuerpo y que podemos mirar hacia abajo y vernos a nosotros mismos sentados debajo. Es muy difícil aprender de estas experiencias, y más difícil aún de experimentarlas. Lo que es más extraño de todo es que mucha gente las ha experimentado. Segundo, podemos experimentar un estado de pureza libre de ego en el que somos meros espectadores de los objetos y de los eventos de nuestro entorno, sin ser afectados de ninguna manera por ellos. Los datos sensoriales no nos alcanzan. Permanecemos sin afectarnos por los eventos que nos rodean como una piedra apoyada en el agua. Siempre que alcanzamos este estado deberíamos esforzarnos en seguir vigilantes, alertas, y conscientes de la experiencia. Tercero, podemos oír un trueno que nadie más puede oír, incluso podemos jurar que está haciendo temblar la casa entera. O el sonido que solo nosotros oimos puede ser como el zumbido de una abeja o la nota de una trompeta lejana. Estas experiencias auditorias son muy poco frecuentes para una persona normal, pero para aquellas personas que practican Chan, son bastantes ordinarias. Siempre que tengamos una extraña e inexplicable experiencia - una visión, quizás, deberíamos discutirla con un maestro y no con otros que puedan sacar conclusiones erróneas provenientes de la ignorancia o la malicia. Demasiado a menudo un practicante Chan que no ha podido avanzar en su propio programa denigrará la experiencia de otro. ¿Qué deberíamos hacer cuando no podemos meditar de ninguna manera, cuando nos sentamos y solo experimentamos inquietud? Deberíamos acercanos a nosotros mismos como si fuesemos niños. Si un niño estuviera aprendiendo a tocar un instrumento musical, no le se enseñaría a la vez teoría musical, notación, las particularidades de su instrumento y composición. No, a un niño se le enseñaría gradualmente, con pequeñas sesiones de instrucción y pequeñas sesiones de práctica. Esta es la mejor forma. Un músico consumado puede fácilmente praticar ocho horas al día, pero no un principiante. Un principiante necesita alcanzar una serie continua de pequeños éxitos. De esta forma cultiva la paciencia, la confianza y el entusiasmo. Una larga serie de pequeños éxitos es mejor que una pequeña serie de fracasos. Deberíamos establecernos pequeñas metas; y no embarcarnos en largas metas hasta que hayamos dominado todas las pequeñas. Más allá de la práctica de la meditación, está la actitud. Un principiante debe aprender a cultivar la llamada "serenidad de un moribundo". ¿Qué es esta serenidad? Es la serenidad de conocer qué es importante y qué no lo es, de aceptar y perdonar. Alguien que haya estado junto a la cama de un moribundo comprenderá esta serenidad. ¿Qué haría el moribundo si alguien lo insultara? Nada. Cuando yace allí, ¿hará planes para hacerse famoso o rico? No. ¿Si alguien que antaño le hubiera ofendido le pidiera su perdón no se lo daría? Por supuesto que sí. Un moribundo conoce la falta de sentido de la enemistad. El odio es siempre un sentimiento lamentable. ¿Quién desea morir sintiendo odio en su corazón? Nadie. El moribundo busca amor y paz. Hubo un tiempo en que el moribundo se permitía el lujo de albergar sentimientos de orgullo, codicia, lujuria y cólera, pero ahora tales sentimientos se han ido. Hubo un tiempo en que era condescendiente con sus malos hábitos, pero ahora se ha librado de ellos. No lleva nada. Ha dejado a un lado sus cargas. Está en paz. Queridos amigos, cuando hayamos respirado por última vez, este cuerpo físico nuestro se convertirá en un cadáver. Si nos esforzamos en considerar este cuerpo físico como un cadáver, pronto nos llegará la paz. Si considerásemos cada día de nuestra vida como si fuera el último, no desperdiciaríamos ni un precioso minuto en ocupaciones frívolas, con resentimiento o cólera nociva. No nos olvidaríamos de mostrar amor y gratitud a aquellos que han sido amables con nosotros. No negaríamos nuestro perdón para ninguna ofensa, grande o pequeña. Y si nos hubieramos equivocado, ¿no pediríamos perdón incluso con nuestra nuestra última respiración? Bueno, si esta es la gran dificultad para un principiante, ¿qué obstáculos se encontrará un practicante intermedio? ¡Los resultados! Después de que ha cultivado la disciplima del Buddha Dharma, debe seguir ciudando su jardín ya que espera ¡la maduración de Fruta Santa! Sin embargo, su espera debe ser una espera pasiva. No puede esperar o fijar la hora para la estanción de la cosecha. En agricultura, es posible estimar cuánto tardaran en madurar las habas o las manzanas. Pero la Iluminación llegará cuando llegue. Cuando venga, el meditador experimentará su Verdadera Naturaleza de repente. También comprenderá que su ego es en reliadad una criatura de ficción, una ilusión dañina. Ahora, eliminada la confusión, se hará imperturbable. Desarrollará una mente unidireccional, una identidad que brillará en la pureza y estará completamente tranquila. Naturalmente, cuando alcance este estado, debe actuar para preservar este Ojo Diamantino de Sabiduría. Debe estar vigilante para no permitir reafirmase a su ego, ya que hacerlo sería un estúpido intento de injertar una seguna cabeza carente de utilidad sobre su cuello. Siempre que alcanzamos el estado de perfecto conocimiento de no-ego, nos damos cuenta de que es imposible describirlo. La situación es bastante parecida a un observador que mira a alguien beber un vaso de agua. ¿El agua estaba caliente o fría? El observador no puede decirlo, sino el que se está bebiendo el vaso de agua. Si el observador no está de acuerdo, ¿pueden discutir sobre ello? No. Tal discusión sería futil. El Maestro Chan Lin Ji solía decir, "Esgrimir con maestros de esgrima. Discutir poesía con poetas." Una persona que ha alcanzado el estado de no-ego puede comunicar su experiencia solo a alguien que la haya alcanzado.
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Last modified:
July 11, 2004
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