Home
Home : Spanish Literature
 » Las enseñanzas Zen del Maestro Xu Yun
 
 
previous page   Top   next page
 
 

Capítulo 8 - Perseverancia e iniciativa, Página 1 de 4

 

En cierta ocasión, un señor de la guerra que regresaba a casa tras una exitosa campaña militar, se detuvo en un monasterio. Fue a visitar al abad que era un antiguo profesor suyo.

El abad y el señor de la guerra estaban sentados en el patio charlando agradablemente y veviendo te, cuando fueron distraídos por una discusión entre un novicio y un monje veterano. El novicio se quejaba de que la técnica de meditación que le había dado el monje veterano era inefectiva e inútil. "No puede enseñarme a concentrarme y mucho menos meditar -gritó el novicio-. Deme una técnica más fiable."

Observando que la discusión estaba afligiendo a su viejo maestro, el señor de la guerra se levantó y dijo, "Por favor, Maestro, permítame ayudar a este joven." Cuando el maestro asintió con la cabeza, el señor de la guerra llamó a seis de sus arqueros.

Entonces el señor de la guerra llenó su taza de té hasta el borde y se la dio cuidadosamente al novicio. "Toma esta taza de té -ordenó-, y sin derramar una sola gota, llévala al rededor de toda la periferia de este patio."

Cuando el novicio cogió la copa, el señor de la guerra ordenó a sus arqueros: "¡Seguidle! Si derrama una sola gota, ¡disparadle!" Los arqueros tensaron sus arcos y comenzaron a caminar detrás del novicio que, durante los veinte minutos siguientes, aprendió a concentrarse.

Queridos amigos, no hay substituo para la determinación. La Iluminación es un asunto serio. Nunca se puede alcanzar con una actitud despreocupada o negligente. Deben estar determinados a tener éxito y deben ser firmes en su determinación.

Aunque parezca mentira, tener éxito en meditación tiene los mismos requerimientos que el ser sospechoso de un crimen; una persona tiene que tener un motivo, unos medios y una oportunidad. No es suficiente con cumplir una o dos de estas condiciones para ser considerado un criminal sospechoso. Deben cumplir las tres: motivo, medios y oportunidad.

Para ayudarles a comprender esto les contaré varias historias. La primera la he presenciado personalmente.

En el año mil novecientos surgió la famosa Rebelión Boxer contra los extranjeros, ocho potencias extranjeras, provocadas por el ataque de sus consulados, enviaron fuerzas expedicionarias a Pekín. El Emperador Manchú Guang Sui y la Emperatriz Viuda Zi Xi habían apoyado a los Boxers en sus ataques contra los extranjeros, y por eso temieron naturalmente por sus vidas. Disfrazados, huyeron de Pekín buscando la seguridad de la Provincia Shanxi. Yo era miembro de su séquito.

Nadie estaba preparado para el viaje. Habíamos partido tan repentinamente y bajo tales condiciones de emergencia, que no hubo tiempo de aprovisionarse para el viaje. No teníamos nada de comida. Tampoco caballos o dinero.

Como se pueden imaginar, esta situación fue particularmente difícil para la familia imperial. No solo es que nunca hubieran experimentado hambre, sino que todos sus caprichos de apetito se habían satisfecho siempre por los manjares más delicados. Y por supuesto, nunca habían caminado a ninguna parte. Sillas de manos y carruajes siempre habían mantenido sus pies a una buena distancia del suelo. Y ahí estaban... ¡intentando pasar por ciudadanos normales!

El primer día caminamos mucho y teníamos un hambre terrible, pero los establos y las cocinas imperiales eran solo un recuerdo continuo.

Finalmente, exhaustos y hambrientos, suplicamos por comida; y un campesino nos complació dándonos parras de boniatos y sobras de comida que normalmente se reservaban para los cerdos.

Pues bien, el Emperador, que estaba completamente débil y destrozado, en realidad nunca antes había tomado comida de cerdo; pero a causa de su mucha hambre pensó en verdad que las parras y las sobras estaban deliciosas. "¿Qué es esta excelente comida -preguntó-?"; y desde luego se quedó sorprendido al conocer su identidad. "Más, más -dijo-", y se comió con gusto todo lo que pudo.

No podíamos demorarnos en tomar tan placentera comida ya que, desafortunadamente, estabamos escapando de ocho ejércitos diferentes. Como decían, teníamos que "comer y correr". Apresuradamente nos pusimos en marcha.

Así estaba el poderoso Emperador de China, que anteriormente era llevado a dondequiera que fuese y que nunca comía nada que no fuesen los platos más delicados del gourmet, corriendo el camino y cenando comida para animales. Me imagino que podrán decir que estaba perdiendo las formas... también mentalmente, pues perdió todos sus aires imperiales y parecía encontrarse bien en la simplicidad y humildad de la situación.

Pero, ¿qué fue lo que motivó al Emperador a caminar tan deprisa y comer con gusto tal comida común? Y, ¿por qué descartó su porte imperial? Se lo diré: ocho ejercitos extranjeros querían matarle y él lo sabía. Estaba corriendo por su vida y de repente desarrolló un sentido bastante agudo para distinguir en que era importante esforzarse y en que no.

Tiempo después, cuando se reestableció la paz, se marcharon los extranjeros y el Emperador y la Emperatriz Viuda pudieron al fin regresar a Pekín, él volvió a sus viejas maneras. Se convirtió de nuevo en el importante y poderoso señor. Siempre que sentía la más insginficante muestra de hambre, se atiborraba de delicias; y por supuesto, nunca más volvió a caminar a ningún sitio. Cuando estaba huyendo por su vida, se hizo de acero. Pero ahora era de nuevo estúpido y se echó a perder.


Perseverancia e iniciativa, Página 1 de 4

 

previous page   Top   next page
 
 
Last modified: July 11, 2004
©2004 Zen and The Martial Arts
inf@zatma.org