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Capítulo 3 - Alcanzando la iluminación, Página 2 de 11Muchos estudiantes de Chan leen un libro y entonces, pensando en poner a prueba su comprensión, abordan a sus amigos con argumentos pretensiosos o les agasajan con declaraciones arrogantes. Los profesores dicen de estas discusiones, "En el país de los ciegos el tuerto es el rey." Un buen profesor es indispensable. Un buen profesor se ocupa de nosotros y determina si comprendemos lo que hemos estudiado. Si no estamos seguros de un pasaje del libro, no podemos preguntarle al libro. Si no estamos de acuerdo con ciertas opiniones de un profesor, no podemos pasar por alto su enseñanza de la forma en que podemos pasar por alto los párrafos fastidiosos. A menudo es necesario consultar con un buen profesor. No hay substituto para los regulares encuentros cara a cara. Había una vez un marinero que, estando de permiso, se encontró con la chica de sus sueños. Cayó locamente enamorado de ella. Desafortunadamente tenía que regresar a su barco para finalizar los dos años del alistamiento. Así que pensó, "No dejaré que me olvide. Le escribiré todos los días. Aunque mi escritura no sirva para otra cosa, me querrá por mi fidelidad." Todos los días, dondequiera que estuviese, le escribía; y cuando regresó dos años después, se enteró que aproximadamente a las doscientas cartas, ¡se casó con el cartero! Queridos amigos, no sean como este pobre marinero que confiaba en las palabras escritas para lograr un entendimiento. Encuentren un maestro que se reuna regularmente con ustedes. Abranle su corazón. Cuanto mejor les conozca, mejor podrá asesorarles e instruirles. El segundo paso es Correcto Pensamiento. El Correcto Pensamiento requiere que se den cuenta de sus motivaciones. Debemos preguntarnos siempre por qué queremos tener algo o por qué queremos hacer algo, y debemos ser implacables en nuestra pesquisa. Si un amigo quiere comprar algo que no se puede permitir, o hacer algo que sería malo para él, deberíamos darle un buen consejo, advirtiéndole, ayudándole a ver las posibles consecuencias de sus estúpidos deseos. ¿No podemos ser este tipo de amigo con nosotros mismos? ¿No podemos aplicar el sentido común a nuestros propios deseos? Una investigación ciudadosa iluminará nuestra situación: Al señor de la guerra T'ien Chi y al rey de Ch'i les divertían las carreras de caballos. Regularmente se ruinían para ir a correr con sus caballos. Ahora bien, cada uno tenía tres clases de caballos. La tercera clase era el caballo de tiro. Estos son los caballos que tiraban de los carros. Son grandes y fuertes, pero muy lentos. La segunda clase era el caballo de caballería, estos son los caballos que montan los lanceros, los arqueros y los espadachines. Estos caballos son fuertes y razonablemente rápidos; pero son viejos porque necesitan años de entrenamiento. La primera clase era el joven pura sangre que montaban los nobles y los altos oficiales. Este tipo de caballo era ligero y muy rápido. Siempre que el rey y el señor de la guerra mantenían una carrera corrían con sus caballos de tercera clase, después con los de segunda, y por último con sus pura sangre de primera clase. Ahora bien, el rey que era rico tenía caballos mucho mejores que los del señor de la guerra. Así que naturalmente ganaba todas las carreras. En su fustración, el señor de la guerra T'ien Chi apeló a Sung Ping, un sabio descendiente de Sun Tzu - Sun Tzu escribió el famoso "Arte de la guerra". T'ien Chi le preguntó a Sung Ping, "Aconséjeme por favor. ¿Cómo puedo ganar al rey?" El sabio pensó durante un momento. Y entonces dijo, "Señor, le sugiero que cuando el rey saque a competir sus caballos de tercera clase, saque usted los de segunda clase a correr contra ellos. Cuando el rey saque sus caballos de segunda clase, saque usted sus caballos de primera clase; y cuando el rey saque sus caballos de primera clase, saque usted los de tercera clase. Ganará dos de las tres carreras." La respuesta fue simple, pero ¿por qué no pudo el señor de la guerra figurársela por el mismo? Porque su ego le tenía demasido involucrado emocionalmente en la carrera. No se distanciaba de la situación y no la miraba objetivamente. No aplicaba el Correcto Pensamiento. El tercer paso es Correcto Habla. ¿Con cuánta frecuencia ponemos las palabras al servicio del ego? Para sacar algún provecho contamos chismes, o exageramos, o nos olvidamos de contar la historia completa, o insinuamos la posible culpabilidad de otros mientras afirmamos nuestra propia inocencia incuestionable. A veces, solo para ser el centro de atención, muchos de nosotros contamos sórdidas historias o chistes verdes. Pensamos que las palabras no son acciones, que tienen poco poder y una vida corta, que de algún modo las palabras se evaporan con el aliento de quien las dice. Pero las palabras tienen poder y pueden vivir para siempre; y, además, pueden curar tanto como herir.
Alcanzando la iluminación, Página 2 de 11
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Last modified:
July 11, 2004
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