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Capítulo 3 - Alcanzando la iluminación, Página 4 de 11

 

¿Pero qué es una deuda impagada? ¿No es esto robar? ¿Qué es tomar prestado algo y no devolverlo? ¿Tampoco esto es robar? ¿Qué es utilizar la propiedad de otras persona y dañarla sin recompensar por el daño? ¿No es esto robar?

A veces actuamos como si tuvieramos derecho de apropiarnos de las pertenencias de una persona porque otra persona se ha apropiado de las nuestras. La Regla de Oro dice que debemos hacer a los demás lo que nos gustaría que nos hicieran a nosotros. No dice que podamos hacer a los demás lo que otros nos han hecho a nosotros.

Es porque disculpamos y disimulamos nuestros propios hurtos por lo que no sentimos necesidad de arrepentirnos de ellos.

Según un viejo proverbio, "El ladrón se arrepiente de ser capturado, no de ser ladrón."

Si antes de cometer ningún acto examinamos su moralidad y sus posibles resultados, nunca necesitaremos preocuparnos por la horca.

4. El voto budista de ser sexualmente moral, modesto y responsable.

En este Precepto podemos ver lo fácil que es romper todas los demás.

Por causa de la lujuria, el hombre robará. Por causa de la lujuria, emborrachará a la mujer que ama y la engañará con falsas promesas. Y cuando él abusa del cuerpo de ella en cualquier forma, ¿no la está dañando?

Y así como condenemos la inmoralidad, estaremos elogiando la moralidad. Mucho honor comporta la persona virtuosa, la persona que es casta en su vida de soltero o fiel a su sagrado voto de matrimonio.

Es por el incuplimiento de la observancia del Precepto de la moralidad por lo que encontramos las mayores hipocresías. ¿Con cuánta frecuencia nos encontramos con un hombre que protege ferozmente a su propia hija, mientras es muy dado a seducir a las hijas de los demás? ¿O aquel que vigila estrictamente a su esposa, mientras seduce a la mujer de otro hombre? Si él asesinara a un hombre que ultraja a su propia mujer e hijas, esperaría que el Tribunal lo viera como una victima y lo absolviera de culpa. Con todo, a pesar de ser el quien corrompió y sedujo, se considera un héroe. ¿No es esta una triste y terrible verdad?

No es fácil para un hombre sobreponerse a la lujuria. Las tentaciones se encuentran en todas partes y en infinidad de variedades. Con todo, si un hombre desviara alguna de las energías que derrocha en sus conquistas sexuales hacia la conquista de su propia lujuria, haría verdaderos progresos espirituales.

Todos los hombres honorables convienen en la intensidad de la lucha. Incluso el Buddha dijo, "Si me hubiera encontrado con otro obstáculo tan difícil de superar como el de mi sexualidad, nunca lo hubiera conseguido."

El buen humor del Buddha y su franqueza autodespreciativa deben darnos aliento.

5. El voto budista de abstenerse de consumir alcohol u otros intoxicantes.

Hay quienes dicen, "Un trago de vez en cuando no hace daño a nadie." Pero un bebedor ocasional sigue siendo un bebedor. Es bastante parecido al hecho de estar "un poco embarazada." O hay embarazo o no lo hay.

La descripción "ocasional" es una puerta abierta por la cual un ladrón puede entrar. La puerta de la sobriedad está cerrada o no lo está. La experiencia nos dice que el mejor camino para solventar el problema es evitarlo. La abstención completa es el mejor camino de observar y guardar este Precepto.

El bebedor ocasional puede mantenerse sobrio cuando no le asaltan los problemas; pero tan pronto como se ve sometido a un serio estrés, puede sucumbir fácilmente al callejón sin salida del alcohol. Una vez que uno es atrapado por la bebida, descubre que una copa es demasiado y cien no son suficientes.

El alcohol mitiga nuestras inhibiciones y de este modo podemos satisfacer nuestros egos. Nos permite dejar a un lado las normas del decoro y la decencia, y después echarle la culpa de nuestra falta de conducta a la bebida - pero deberíamos echarnos la culpa a nosotros mismos por haber bebido. Nos decimos, por supuesto, que tomamos esa copa para divertirnos; pero cuando bebemos y se embotan nuestros sentidos, ¿cómo podemos sentir placer? Incluso aunque pudieramos, ¿qué valor hay en experimentar un placer que no podemos recordar o savorear más tarde?

A menudo encontramos que un hombre intoxicado que comete una acción inmoral se observará más tarde, cuando esté sobrio, con disgusto; pero entonces este mismo hombre usará ese auto-disgusto como una excusa para volver a beber.

Déjenle en cambio que tome conciencia de su verdadera naturaleza, su Glorioso Yo Búdico. Déjenle que aprenda, en lugar de eso, que en sí mismo encontrará la verdad, la paz, la diversión y la libertad. Asegúrenle que si fuera posible cultivar estas cosas en una parra y ponerlas después en una botella, seríamos todos vinateros y borrachines.


Alcanzando la iluminación, Página 4 de 11

 

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Last modified: July 11, 2004
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