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Capítulo 3 - Alcanzando la iluminación, Página 5 de 11Queridos amigos, hay un dicho que dice, "In Vino Veritas" que significa "En el vino hay verdad" siempre que bebamos lo suficiente. Pero la única verdad que siempre encontramos cuando somos demasiado indulgentes con el vino, es que la vida en el Samsara es amarga y dolorosa. El quinto paso es Correcto Modo de Vida. Obviamente, si no podemos participar en actividades ilegales para divertirnos, desde luego no podemos participar en ellas para obtener beneficio. En la India, por ejemplo, tradicionalmente existe un sistema de castas. Hay una clase sacerdotal, una clase guerrera, una clase comerciante, y una clase de trabajadores, y, muy por debajo, una casta de intocables o marginados de la sociedad. Una persona se queda en la casta que nace. No puede ir de trabajo en trabajo. Sin importar el talento y de lo inteligente que sea, si ha nacido en una familia de granjeros, este es el único trabajo que se le permite hacer. Incluso no se le permite alternar con gente de otra casta. El sistema no es tan rígido hoy en día, pero en el tiempo del Buddha las reglas eran inviolables. A pesar de esto, el Buddha rechazó participar en un sistema tan injusto. El no seguía para nada las reglas. A la gente le gustaba eso de él. Fue un príncipe, pero no discriminaba a los que habían nacido en una casta más baja. Y en efecto, la mayoría de personas con quien se encontró habían nacido más bajo que él. Cuando eres un príncipe no tienes demasiados superiores en la escala social. Así que al Buddha no le influyó en absoluto la ocupación o posición social de las personas. El Buddha, como pueden ver, poseía el "Ojo del Discernimiento". Ninguna trampa piadosa pudo engañarle. Solo tenía que mirar a una persona para ver cómo era de santa. No mucha gente tiene este talento. Ocurrió que cerca de Shravasti había un marginado llamado Sunita, un hombre tan bajo en la escala social al que no se le permitía trabajar para ganarse la vida. Era un intocable, y nadie se atrevía a romper las reglas de casta para contratarlo. Así que Sunita se ganaba el dinero para comer siendo un barrendero de flores. Iba cada día al basusero del pueblo y hurgaba entre los ramos de flores secas, buscando una flor ocasional que inexplicablemente lograba seguir fresca mientras todas las demás estaban marchitas. Sunita disponía todas las flores frescas que encontraba en un ramo y lo vendía a la gente que pasaba por el camino. Había mucha otra gente en Shravasti que era tan pobre como Sunita, pero realmente no había nadie que lo fuera más. Incluso a pesar de su pobreza, Sunita alcanzó la iluminación. Era un hombre amable y cariñoso. No hace falta decir que había escuchado predicar al Buddha y fue un creyente devoto. Un día, en una procesión, el Buddha pasó por el camino cercano al basurero donde Sunita estaba buscando entre la basura. Tan pronto como Sunita vio acercarse a la procesión, se agazapó rápidamente detrás de una piedra. Pero el Buddha ya había visto a Sunita, y con su Ojo del Discernimiento lo reconoció como un ser iluminado. "¡Hola! -le dijo al hombre agazapado- Por favor, levántate y déjame que te vea." Avergonzado, Sunita se puso en pie lentamente, haciendo una reverencia con la cabeza y sus manos juntas en señal de oración ante su cara. "¿Por qué te has agazapado detrás de la roca? -preguntó el Buddha-" "Bendito -dijo Sunita-, no quería que mi vista ofendiera a sus ojos. Soy indigno de su mirada." Muchas de las personas que acompañaban al Buddha estuvieron de acuerdo. Tiraron de su manga, intentado que se alejara del marginado. "Está sucio -dijeron-. ¡Solo es un recogedor de basuras, un intocable!" "¿Lo es? -dijo el Buddha mientras avanzaba a través de un poco de basura para poner el brazo alrededor del hombro de Sunita- ¡Mirad! Lo he tocado, y sigue vivo." Entonces el Buddha le preguntó a Sunita, "Buen Señor, si no tiene demasiado cariño a esta labor, ¿le puedo persuadir de que venga conmigo para ayudarme en mi ministerio? Puedo utilizar un buen trabajor como usted." Con lágrimas corriendo por su cara, Sunita aceptó. Y se dice que durante el resto de su vida, de acuerdo con los deseos del Buddha, Sunita siempre permaneció muy pegado a él, donde el Buddha pudiera alargar la mano y tocarlo. El sexto paso es Correcto Esfuerzo. Sabemos que la destreza viene con la práctica, pero para practicar las lecciones espirituales que hemos aprendido, no necesitamos encontrar oportunidades. En Chan debemos darnos cuenta de que cada respiración que hacemos nos proporciona una oportunidad para practicar.
Alcanzando la iluminación, Página 5 de 11
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Last modified:
July 11, 2004
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